Como prometí, les dejo este cuento tal vez algo largo para un blog, pero lo prometí y aquí está.
Se refiere un poco a la situación en mi país, Venezuela.
Me gustaría recibir críticas constructivas al respecto.
LOS
ROBIES
La era de los robies como habían dado en
llamar a los robots humanoides, se había establecido en todo el mundo en las
últimas décadas, a excepción de algunos países africanos, Haití, Cuba y
Venezuela. En este último país, el régimen de turno se empeñaba en no dejar
entrar la novísima tecnología porque temían que grupos disidentes usaran robies
como grupos armados para derrocarles.
Los robies en realidad, los fabricaban en
varios modelos según para lo que serían utilizados. Había los robies
industriales, para desempeñar labores en las industrias, los robies
comerciales, utilizados en todo tipo de comercios y por supuesto los robies
domésticos para ser empleados como mayordomos, amas de llaves, nanas,
cocineros, mucamas. Oh si, los fabricaban en versiones femeninas y masculinas.
Eran en todo exactos a humanos, de modo que vestidos, era casi imposible para
el común de las gentes saber diferenciarlos.
En los círculos diplomáticos se comentaba
que existían robies soldados, pero las grandes potencias lo seguían manteniendo
en secreto...
Pedro Pérez se levantó de madrugada para
alistarse y estar temprano en el aeropuerto No. 2 de Maiquetía, que por
supuesto llevaba el nombre del jefe de gobierno de ese momento.
--Debo estar temprano. No puedo perder el
vuelo porque está programado que debo llegar hoy a mi destino. --Así coloquiaba
consigo mismo, mientras se duchaba, vestía y tomaba un rápido desayuno de café
y tostadas con mermelada-fort.
Al final llegó a tiempo y salió en el
vuelo programado. Su visa era por tres meses y debía regresar antes de su
vencimiento o enfrentaría una alta multa o hasta la posibilidad de un juicio
por desacato a las leyes y reglamentos del régimen. Bajo estos términos,
lograban salir muchos en los últimos meses.
Por supuesto, llevaba en el bolsillo
varias listas de cosas que querían que les trajera a varios amigos.
Los días pasaron rápidamente y faltando
sólo una semana regresó al país Pedro Pérez. Cumplió con los requisitos
aduanales, le hicieron pagar impuestos de entrada de varias cosas y al llegar a
su apartamento situado en "Mega Torres Nuevo Ideal", al desempacar
sus maletas notó que le faltaban algunas de esas cosas que traía para los
amigos.
--¡Caray! ¡Se quedaron con varios
artículos los de la aduana".
Él sabía que era mejor dejar pasar el
asunto y no presentarse a reclamar porque podía revertirse el asunto y quedar
él como violador de la ley. Llamó a los amigos y fue entregando los encargos.
--Pero Pedro, regresaste en la línea. ¿Te
sometiste a alguna operación o a algún régimen adelgazante?
--Si, tienes razón... Cuando se fue,
llevaba sus buenos rollos y hasta lucía algo de panza... --Así hacían chanzas a
costa de su nueva apariencia.
--Hasta luce más guapo... --Comentaba una
allegada.
--Pues si, algo de eso hice por allá,
además de las preocupaciones y ajetreos del trabajo. --Algunos pensaban cuándo
Pedro se había apurado por algo; él, que siempre era tan calmoso para todo.
Definitivamente que regresó cambiado. Lo que puede hacer por uno salir a
conocer mundo.
Estas cosas pensaban de Pedro Pérez que
seguía actuando como si los comentarios no fueran dirigidos a su persona.
A los dos meses y medio, lo recordaba
extrañamente claro, empezó a tener aquél sueño recurrente en que alguien le
decía "El quince de diciembre, prepárate para el quince de diciembre".
Ya estaba incorporado a su trabajo que
realizaba con especial esmero, lo que le valió un memo de la jefa de su sección,
para que pasara a verla.
--Caramba Pedrito, hay que ver como has
cambiado. Ese viaje te hizo mucho bien. Los jefes me llamaron para que te diga
que debes estar en las oficinas principales mañana, a primera hora.
Terminó sus labores y se dirigió a su
casa. También en los últimos días le pasaba que al cruzarse con algunos y
algunas, le parecían conocidos y notaba que ellos también tenían esa impresión,
porque se quedaban viéndolo, y algunos hasta volteaban para volverlo a ver.
--¿Me estaré recargando de trabajo y la
saturación me hace sentir cosas? Digo "saturación" porque cansancio o
agotamiento no siento.
Mientras caminaba hacia su casa, decidió
entrar a un mega centro comercial y pensó que antes no le agradaba hacerlo. Iba
recorriendo pasillos, parándose en alguno que otro escaparate, cuando notó que
una mujer lo veía a través del vidrio del escaparate. La insistencia de esa
mirada, hizo que se decidiera, diera media vuelta y la encarara.
--Perdone que le pregunte, pero ¿nos conocemos?
--Hay señor, dispense; pero es que me
parece tan conocida su cara...
--La verdad, es que usted también me luce
conocida, pero no recuerdo de donde.
--Últimamente me he cruzado con personas
que creo conocer. --Dijo ella más para sí misma que para él.
--Yo lo achaco al exceso de trabajo, que
me hace ver rostros conocidos y también tener sueños recurrentes.
--¿Sueños recurrentes? ¡Pero si yo también
estoy teniendo sueños recurrentes!
--¿Qué le parece si vamos a esa cafetería
y nos sentamos a cambiar impresiones? --Se maravilló que fuera capaz de abordar
así a una mujer, si él era muy tímido para eso, y además a una guapa mujer, que
parecía muy desenvuelta.
--Pues si, estoy de acuerdo... Vamos.
Se dirigieron a la cafetería más próxima y
buscaron una mesa libre, pidieron café y se dispusieron a intercambiar
impresiones.
--Mis amigos me hacen bromas porque
después de un viaje que realicé, dicen que regresé muy cambiado.
--¡Qué casualidad! Yo igualmente hice un
viaje reciente y al regresar es que me están pasando estas cosas. También me
han dicho que regresé rejuvenecida... --Tenía cara de sorpresa al constatar que
otra persona estaba pasando por la misma situación que ella.
--¡No me diga que usted viajó a Ciudad
York!
--Pues... si, viajé a Ciudad York.
--¿Viajó por una entrevista de posible
trabajo?
--¡Si!
--Cada vez ella iba abriendo mas sus hermosos ojos. El se los quedó
mirando y notó algo diferente, algo extraño en esas pupilas que le miraban
fijamente.
--...Esas pupilas tienen algo de irreal...
--Se dijo para sí mismo, sin encontrar la posible causa de la irrealidad.
--¿Usted también viajó por una entrevista?
--Si, yo también fui contactado y me ofrecieron
esa entrevista con gastos pagos.
--Me pregunto si tendremos más cosas en
común. --Dijo ella, como buscando que él contestara algo.
--A lo mejor... ¿Dijo que tenía también
sueños recurrentes?
--A menudo sueño con una fecha...
--Creo que puedo adivinar esa fecha...
Debe ser el quince de diciembre.
Notó que ella se estremecía como si
hubiera sufrido algún vahído...
--¿Se encuentra bien? ¿Quiere que pida un
vaso con agua?
--No, es la impresión que me causó su acto
de magia.
--No hay misterio, a no ser que estamos
soñando lo mismo, la misma fecha.
--¿Y no tienes idea de lo que pueda
indicar esa fecha? --Él notó que lo había empezado a tutear y se sintió
extrañamente complacido.
--No tengo ninguna idea de lo que pueda
significar. Pero... Si se me está ocurriendo algo... ¿Qué tal si al
encontrarnos con otro rostro que creemos conocer le hacemos algunas preguntas?
--¿Algunas preguntas como cuáles? --Dijo
ella.
--Le preguntamos si ha viajado recientemente
a Ciudad York, y si ha estado soñando con una fecha y luego te luces,
adivinándola...
--¿Tú lo vas a hacer?
--Si, si lo voy a hacer y te llamo para
comentártelo. Y por cierto... ¿Cómo te llamas?
Ella se echó a reír con una risa cantarina
que envolvió de suaves efluvios a Pedro.
--Yo me llamo Estela. Toma, esta es mi
tarjeta de presentación, allí tienes mi video-teléfono.
--Gracias... Yo... Ejem... no tengo
tarjetas en este momento, pero te anoto en este papel mi nombre y teléfono.
--Entonces... Pedro, yo también trataré de
hablar con la siguiente persona que me parezca que conozco y te llamaré para
ponernos de acuerdo y vernos en algún sitio. --El pensó lo bien que sonaba su
nombre en los expresivos labios de ella.
Compartieron un rato más y se despidieron
quedando de acuerdo en lo que harían al encontrar la siguiente cara conocida.
Pedro llegó a su casa pensando y repensando el encuentro con Estela. Se acostó
y se quedó dormido de inmediato como le sucedía últimamente. Era como si al
acostarse, se desconectara hasta la mañana siguiente a la misma hora en punto.
Esa noche volvió el sueño recurrente.
--...Prepárate, ya se acerca el quince de
diciembre...
A la mañana siguiente, se dirigió a las
oficinas principales con la hoja electrónica que le autorizaba a estar en esa
área y entrar en determinado salón de conferencias a las ocho en punto.
--Hum... Creo que es aquí. --Por supuesto
que era allí. También le pasaba últimamente que conseguía llegar sin
extraviarse a lugares que antes le hacían perder tiempo dando vueltas para
conseguirlos. Además, recordaba en qué gaveta de archivador estaba cada hoja
electrónica en su cubículo de trabajo.
Bueno, ya son las ocho, así que entraré.
--Abrió la puerta y vio cómo la larga y pesada mesa de conferencias tenía ya
muchos puestos ocupados por hombres y mujeres que conversaban entre sí.
Consiguió un puesto vacío y tomó asiento
entre una rubia y un tipo de complexión atlética, que lo miraron con curiosidad.
Él saludó con una inclinación de cabeza y se dispuso a observar y esperar.
Siguieron llegando más personas hasta que ya no hubo sillones libres y los que
seguían llegando se adosaban a las paredes, de modo que el salón para las ocho
y cuarenta y cinco, estaba totalmente copado y sólo quedaba libre la tarima en
un extremo desde donde se dirigiría a ellos, alguno de los altos jefes. Prestó
atención a los comentarios que se hacían a su alrededor.
--Debe ser algo muy importante lo que nos
quieren comunicar. --Decía alguien a su
espalda.
--Lo que sea ¿Vendrá con un aumento de
sueldo?
--¡Que va! Estos para soltar un aumento...
Al marcar las nueve el gran reloj en
la pared detrás de la tarima, hicieron su aparición varios individuos
lujosamente trajeados, lo que no dejaba dudas que eran "Los altos
jefes". Se calmaron los murmullos y comenzó la sesión.
Por supuesto estarán extrañados de esta
reunión, y se extrañarán más con lo que tenemos que decir. --Así comenzó la
reunión uno de los jefes.
--De todos es conocido que nuestro país
está en manos de un régimen de mano dura, al cuál no le vemos solución. En
estos mismos momentos, en varias industrias más, se llevan a cabo reuniones
iguales a esta, donde se les informará lo mismo. -- Se apartó y cedió su lugar
frente al micro, a otro de ellos.
--También saben ustedes que el régimen ha
prohibido la tecnología de los robies, haciendo perder ingentes sumas a las
empresas que podrían encargarse de la producción y mantenimiento de... !De
ustedes¡ Si, de ustedes que son todos
robies entrados al país...
...al intercambiarlos por personas que
logramos que salieran a realizar cursos y otros asuntos en los países
productores de la tecnología robie.
Pedro Pérez sentía como un vahído y
comprendió lo que sintió estela en la cafetería. ¿El era robie? ¿Cómo podía
ser? Si se sentía como Pedro Pérez... ¡Era posible? Otro jefe tomó la palabra y
continuó informando...
--Se preguntarán si es posible o si es
verdad que son robies... Le vamos a mostrar que cada uno de ustedes es un robie
y están programados para llevar a cabo una importante misión.
Hizo una seña y subió uno de tantos
empleados hasta la plataforma. El jefe le indicó donde debía pararse de modo
que todos pudieran observarlo.
--Ahora realizarán todo lo que les enseñe
este robie. Si, él es un robie como todos ustedes. Comienza la demostración.
El robie se despojó de su chaqueta y fue
seguido por todos los presentes menos los que estaban en la plataforma. De
seguidas, se enrolló la manga izquierda de su camisa e igualmente todos
hicieron otro tanto. Subió el brazo como mostrándolo a la concurrencia y luego
presionó en ambos lados de la muñeca con la otra mano ¡Y se levantó una sección de la cara anterior
del antebrazo! Terminó de apartarla, quedando expuesta a la mirada de todos una
serie de mecanismos que obviamente accionaban el brazo y la mano.
Pedro había realizado todos los
movimientos que había indicado el que estaba en la tarima y ahora veía horrorizado
los mecanismos dentro de su antebrazo.
--Pe... pero ¡Qué es esto! ¿Cómo puede
ser? Yo siento que soy yo, Pedro Pérez...
--Para que no les queden dudas, este
robie hará otra demostración que ustedes también realizarán.
El robie se quitó la camisa y presionó con
un dedo en la parte baja del esternón; se volteó dando la espalda al auditorio
y todos pudieron observar cómo una sección entre los omóplatos se había
separado dejando ver en el interior, varillas, servomotores, delgados tubos por
donde circulaba un líquido amarillo rojizo.
--Miren la espalda del compañero que
tienen al frente. --Les ordenó con voz firme uno de los jefes.
Todos al unísono obedecieron y miraron la
sección abierta en la espalda de cada quién.
--Y
ahora les daremos las instrucciones que cada quién seguirá. Se les repartirán
unos minidiscos que insertarán en la ranura que cada uno de ustedes tiene al
costado. Eso lo harán esta noche antes de acostarse, y mañana 15 de
diciembre, seguirán sus instrucciones. Habrá los que irán al palacio de
gobierno, otros a los comandos y cuarteles, otros a los ministerios...
FIN
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