Desde la prehistoria el hombre ha sentido la necesidad de rendir culto a diferentes deidades, de acuerdo a como iba progresando en su cultura.
La cultura actual se distingue por los logros tecnológicos y científicos, que han deshumanizado al hombre hasta en su anhelo de trascendencia.
La juventud ya no siente la necesidad de "adorar" al Dios de la religión donde haya nacido.
Podrían argumentar que lo que sucede es que ya dejamos atrás los atavismos totémicos y que nuestra cultura está por encima de esos atavismos. Y sin embargo, cuando nos sentimos agobiados por alguna grave situación... ¿A quién acudimos?
Al estar en esas situaciones de peligro nombramos y acudimos al Dios de nuestra particular religión.
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